Guillermo De Genaro, de 26 años, fue imputado por haber colisionado el 10 de octubre pasado una embarcación en la que se desplazaba una familia, por lo que provocó lesiones en un hombre y sus dos hijos, de los cuales uno todavía permanece internado.

El timonel de 26 años que el pasado 10 de octubre embistió –estando borracho, con 1.33 g/l de alcohol en sangre– una embarcación en la que viajaba una familia, cuyos miembros sufrieron distintas lesiones, cerca del arroyo Ludueña, fue llevado a audiencia imputativa este jueves en el Centro de Justicia Penal. Guillermo De Genaro fue acusado por el delito de lesiones graves culposas –ocasionadas a un nene de 10 años por la conducción imprudente de vehículo con motor, doblemente agravadas por nivel de alcohol y pluralidad de víctimas– y lesiones leves culposas al resto de los integrantes del núcleo familiar. La jueza Paola Aguirre ordenó que una prohibición de acercamiento al río y también para manejar cualquier tipo de vehículo con motor, al menos, un plazo de seis meses.

La fiscal Mariela Oliva, a cargo de la causa, explicó en conferencia de prensa que actualmente evalúan la entidad de las lesiones que tuvieron los ocupantes de la embarcación que recibió el impacto “para determinar cómo seguir”.

Aníbal, el padre de familia que sufrió el choque, dijo: “Tuve que pedirle diez veces que busque a mi nene porque mi lancha no arrancaba. Me pedía perdón a los gritos. Como estaba en estado de ebriedad no se podía mantener parado. Me pidió perdón. Yo no soy dios ni juez para juzgar, dejo a su criterio cómo va a seguir con todo esto y cómo tomará él en su vida el daño que ocasionó a la mía”.

El hombre, que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por una fractura de tabique, contó que su hijo Benjamín, de 10 años, permanece internado en el Sanatorio de la Mujer. “Está con un sistema de drenaje de orina. Estamos esperando que se lo saquen para que esté más cómodo. Tiene una fortaleza y un corazón enorme. No dudamos que va a salir. Me pidió que esté acá, por eso vine”, agregó.

Aníbal contó que su familia “es de río” y ponderó que a su hijo lo salvó el chaleco salvavidas que tenía colocado. “Dadas las fracturas que tuvo en la cintura no hubiese podido nadar”, afirmó.

“Fue una película de terror, realmente terrorífica. No se lo deseo ni siquiera a la persona que me ocasionó todo esto. (Benjamín) A la noche se despierta llorando, hace preguntas”, concluyó al tiempo que expresó estar “parcialmente conforme” con la resolución de la jueza.

“Uno le exige a la ley, a la Prefectura, pero termina siendo la educación misma. No estamos solos en el río, en la calle. Si no hubiese pasado este accidente, llega al muelle, se sube al auto y sigue ocasionando un peligro para los demás”, finalizó.